jueves, 2 de octubre de 2008

Cotidianidades

Todos los días en Olsztyn son diferentes y tienen sorpresas, matices. Aún así creo que ya estoy en disposición de trazar un boceto de lo que es un día normal en ésta mi nueva ciudad.

El despertador está programado para sonar a las ocho, pero siempre me despierto antes porque mi habitación no tiene persianas y las cortinas son blancas, traslúcidas. Así que me queda esa media hora de semiinconsciencia desperezándome en mi buró-cama antes de empezar el día. Es entonces cuando tengo mi encuentro diario con el crazy bathroom del que ya he hablado. La cisterna está rota, la tubería de la lavadora desemboca en una ducha que no tiene cortinas, no tenemos lavabo… Pero nos apañamos como podemos. Y es divertido lavarse los dientes en la bañera. El desayuno tiende a ser muy francés porque en Polonia no tienen queso blanco y el aceite de oliva es muy caro para una wolontariuszka como yo, así que normalmente me conformo con una tostada con mantequilla y ese liquidillo negro al que aquí llaman café (el primero que venga a verme tiene que traerme una cafetera de las de verdad porque el aparatejo que tengo en casa es verdaderamente extraño).

Tenemos clases de polaco de una hora y media tres días a la semana. Mira es una profesora muy agradable (aunque en el fondo la odio por vivir en un sexto piso sin ascensor) de las que siempre te ofrece algo para beber y/o comer. Y es que el polaco con herbata (te) siempre entra mejor. Cuando termina la clase, en torno a las 11.30, cogemos una guagua hasta el Alfa Centrum, el recién estrenado y siempre lleno de gente centro comercial de Olsztyn donde está la biblioteca Abecadło en la que yo trabajo. Los martes voy a la otra biblioteca de Miejska, Planeta 11, para echar una mano allí e impartir los lenguages cafes (que empiezan a finales de octubre). De momento mi trabajo consiste en no hacer nada, con la añadidura de no poder hablar con nadie porque nadie en Abecadło sabe hablar inglés. De todas formas espero ir haciendo cositas poco a poco. Al principio manualidades y talleres con los niños, luego clases de español y quizá algún día, quién sabe, consiga montar mi ansiado taller de prensa. La verdad es que esta experiencia tiene muchísimas cosas que aportarme pero hace que eche de menos el periodismo y ese estrés continuo que produce el vivir al borde de la actualidad. Aquí ni siquiera puedo leer el periódico. Bueno, puedo leerlo si no me importa no entender nada.

Los encargados de facilitarnos la vida aquí en Olsztyn son Illona, nuestra risueña coordinadora y la encargada de suministrarnos zlotys y demás necesidades básicas, y Jacek, nuestro joven y bromista tutor. Con él tenemos reuniones semanales para evaluar la marcha del voluntariado y demás aspectos emocionales. También nos saca de fiesta y esas cosas, para que vayamos introduciéndonos en la ciudad de verdad, en la que sólo hay polacos que hablan polaco.

Tras mis “duras” jornadas laborales tengo, por fin, tiempo para mi. Para escribir (tengo la sensación de que se me está olvidando el español), para ordenar, pasear… Pero aquí se hace de noche a las seis y media, así que nos recogemos bastante pronto. La cena es siempre una sorpresa. Con las cosas que preparan Aline, Marlies y Chloe es fácil sentir que mi barriga es feliz. Coliflor con bechamel, quiche loran, sopa de cebolla… Así que, mamá, no tienes de que preocuparte. Mi alimentación es mil veces mejor aquí de lo que era en Madrid.

Por las noches toca salir a descubrir un nuevo bar cool and nice y beber una de esas cervezas gigantes que aquí sirven en los bares. Todavía no me he atrevido con la piwo (birra) caliente con especias que tanto me recuerda a la época medieval de Los pilares de la tierra. Olsztyn es una ciudad joven con mucha vida cultural y es fácil encontrar conciertos espontáneos, exposiciones curiosas y, por supuesto, gente y más gente bebiendo cerveza y más cerveza a todas horas, todos los días. Por supuesto aquí nunca se nos hace de día cuando salimos de fiesta, pero también lo pasamos bien. Aquí en el Este, que diría una española perdida en Polonia.

2 comentarios:

Carmen Estirado dijo...

Hola fea!lo primero es q no me creo q al final te terminaras el libro de los pilares..disfruta del té y aprende algo de cocina! aver si me sorprendes cuando vaya a verte..me da mucha envidia tu aventura..un abrazo muy fuerte

Paula Garcia Ascanio dijo...

Claro que lo terminé!!! Jajaja. Respecto a la cocina... intentaré aprender algo para cocinarte cuando vengas :-) Un abrazo enorme directo a Madrid!