domingo, 26 de octubre de 2008

Ot(r)oño

Domingo de nuevo, pero esta vez con sol. Y cuando sale Lorenzo en Polonia no está permitido quedarse en casa. Así que hoy desperté relativamente temprano y me dispuse a perderme por la ciudad sin previa planificación. Guantes y gafas de sol, y en cinco minutos estaba en el lago, aún con legañas en los ojos. Este lugar es realmente un remanso de paz cuando dejas de escuchar el ruido de los coches para sentir cómo crujen las hojas secas bajo las suelas de tus zapatos. Cuando los árboles tapan las grúas y el aire empieza a soplar desde el mismísimo centro del arroyo. Es entonces cuando me abrazo a un árbol para protegerme del viento, dejo que el pelo me tape la cara y tiendo la piel al sol, absorbiendo los rayos de luz de estos atardeceres de medio día. Callarme y escuchar sólo los berridos de estas gaviotas de interior.

Domingo de nuevo, sí señor. Pero hoy con una hora menos. Los descubro tarde y para mi tortura hago cálculos: ¡a partir de ahora se hará de noche a las cinco! Pero no me importa, es un precio totalmente asumible por tener a cambio la oportunidad de disfrutar de este otoño. Estoy redescubriendo las estaciones y ésta sabe a galleta de chocolate negro y naranja amarga.

Y a cinco grados los polacos todavía pueden comer helado.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pero que requetebè que escrius, reina
Te volem

Peter Pánico dijo...

El sol cuesta caro, musita