miércoles, 8 de octubre de 2008

Cotidianidades II

Estos últimos días de lluvia se han llevado consigo todas las terrazas del centro de Olsztyn. Sólo quedan ya en la calle las sillas y mesas de roble macizo de la heladería de enfrente, donde siempre hay algún rubio chupando el sirope del plato hasta dejarlo limpio. El aire se vuelve poco a poco más frío, pero está siendo una transición suave, un ir y venir entre el sol y la lluvia, los días azules y los días grises. Las hojas de los árboles están cada vez más naranjas y las manzanas que robamos siempre a la vuelta del trabajo están cada vez más buenas. Tanto que nos estamos empezando a hartar de comer compota (a la última le salió moho antes de que pudiéramos acabar el bote).

Respecto a mi enredadera de interior tengo ahora otra pregunta: ¿pueden morir las plantas por exceso de agua? Si es así a la mía no le queda mucho tiempo de vida, porque vuestros comentarios llegaron después de que pasara tres días sucesivos regándola con mimo. No sé que será de ella. Ni que será de mí si muere, ahora que mi girasol ciego está pidiendo a gritos que lo saque del jarrón y lo tire a la basura. Pobre girasol reseco, que quiere una muerte digna… ¡Menos mal que mi veleta de mil colores no necesita ser regada para seguir girando!

En cuanto a mi inmenso cuarto, al fin le he dado el lavado de cara que necesitaba. Después de un domingo de resaca arrastrando estos pesados muebles heredados del comunismo y aspirando con fuerza esta sucia moqueta de tan larga vida, ahora mi habitación es como una suite de hotel con vida propia. Salón para cafecitos, zona de pinta y colorea y dormitorio, ¡tres en uno! Y aún nos quedaron fuerzas a la loca de Aline y a mí para construir una papelera para nuestro destartalado baño. Quedó genial, aunque tenemos que cuidarnos de no mojarla porque es de papel y cartón. En cuanto pille unas témperas le pongo color y ala, nuestro baño será ya un baño de verdad (teniendo en cuenta que también hemos comprado un tendedero y ya no tengo que ducharme agachada con cuidado de no mojar las bragas que reposan sobre mi cabeza).

Así es como las cosas y yo vamos encontrando poco a poco nuestro lugar en este crazy flat, tan cerca de todo que apenas sí me da tiempo a fumar un cigarrillo o escuchar una canción en mi Mp3 de vuelta a casa cuando salgo de un bar, la biblioteca o el supermercado. Visto desde aquí, el tiempo que gastábamos en Madrid para llegar a la Universidad o el trabajo se hace un mundo (aunque era divertido cuando nos llevaba el viejo Rover y poníamos música buen rollo, sin importarnos llegar tarde o no llegar). Aquí se va a casi todos lados andando y sin necesidad de coger cuestas. Todo llano, como a mí me gusta. Sólo hay un inconveniente, gran inconveniente. Y es que en Olsztyn nadie pensó en los peatones (con la de gente que hay siempre en la calle) cuando sincronizaron los semáforos de la ciudad. Puedes estar minuto y medio esperando a que el muñequito se ponga verde y luego, para cruzar, más vale que te apañes con 20 segundos. De lo contrario morirás atropellado o, en el mejor de los casos, ¡te pondrán una multa! Porque sí, aquí cruzar en rojo se considera peligro público y esta penado por la ley. Aunque eso no me molesta tanto. Los que me conocen saben que odio cruzar semáforos en rojo, así que es casi como estar en una ciudad a mi medida.

Más cosas que me enamoran de este lugar… ¡Se puede comer en todos sitios! En las bibliotecas, en las librerías, en las estaciones y los supermercados, en las tiendas, las floristerías, los quioscos… Aunque pocas veces recurro a estas tiendecillas extrañas, ya que siempre llevo conmigo un taper (¿se le puede llamar taper al envase de un helado?) bien cargado de ensalada, pasta, filetes de pollo o panga (para que no digas que como mal mamá). Generalmente como en el trabajo, mirando de frente a personas con las que no puedo entenderme hablando pero sí con miradas y gestos. Es divertido no entender nada de lo que dice la gente (aunque a veces hecho de menos poder cotillear alguna conversación en los autobuses).

En el trabajo voy progresando. Ahora ya me dejan forrar libros y recortar estrellas a montones. Es casi como ser becario de corrección en El Mundo, así que me siento como en casa. De todas formas, Elisa y yo ya estamos preparando las clases de español para niños y mayores. Me siento un poco perdida en ese sentido, pero supongo que todo irá resolviéndose sobre la marcha una vez empecemos, creo que en una o dos semanas ya. Para dentro de siete días tenemos organizado un taller con los chavales de Abecadło para presentarles nuestros respectivos países. Quiero acabar con los tópicos sobre España y que, al menos estos niños, entiendan que se puede ser español y no saber bailar sevillanas al mismo tiempo. En conversaciones de sábado noche descubrimos el curioso choque en algunas cosas, como el sentimiento hacia las banderas o la opinión sobre las corridas de toros. ¡Aquí todo el mundo piensa que Canarias está debajo de Mallorca! Intentaremos ofrecer a los niños una perspectiva más o menos global pero a la vez simple y fácil de retener. Y me ocuparé de buscar un mapa donde Canarias haya sido colocada en el lugar que le corresponde con sus siete islas al completo.

Y poco más, porque son las nueve y es hora de cenar. Suenan ya las campanas de la iglesia y esa canción en recuerdo de la Virgen María que todas las noches pone toque de queda a la actividad cristiana en la calle. Los que permanezcan ahora en el empedrado estarán condenados a la concupiscencia.

7 comentarios:

Peter Pánico dijo...

Mamma mía, cuando esperaba tener noticias tuyas jamás imaginé un "Evangelio polaco según Paula". Aún así es muy gratificante leerte después de mucho tiempo y percibir que conservas el don del adjetivo bien puesto.

Me das lo que denominaría "limpia envidia europea". Yo sigo en este agujerito de São Paulo, entregado a la causa de conocer la América Latina Perdida.

Un abrazo gigantesco, como cualquier astillero de Gdansk.

Paula Garcia Ascanio dijo...

Si, estoy saturando las posibilidades de mi blog, pero es que no quiero dejar pasar ninguna de estas nuevas sensaciones. Me alegra saber de ti, aunque ya me imaginaba que seguirias bien. Has pensado lo lejos que estamos ahora mismo el uno del otro?? Es genial.

Un apretujon sin besos, de los que se dan aqui los amigos.

No pares de disfrutar!

Anónimo dijo...

SERÁ CLASES DE POLACO O DE ESPAÑOL. JAJAJA

Anónimo dijo...

Hola Pola,
cómo me entretienen tus relatos y cómo me alegra saber que sigues aferrada a la cara buena; ya sabes, eminentemente feliz... Yo mientras tanto, aquí sigo, inventándome otra ciudad en la que no estás tú... ni otras muchas cosas... aunque como sabes, yo, también, eminentemente feliz!

Un beso muy grande guapaaaa!!!

No dejes de escribir

Carol

Anónimo dijo...

Cómo te echo de menos joderrrr

Anónimo dijo...

estoy muy contenta de poderte mandar un beso de la famili canetera, tus relatos hacen que tu tia sienta envidia de tus experiencias polacas. sigue escribiendo tan maravillosamente, puesto que es un placer poder leerte... cuidate mucho(coneiximent bonica)

Anónimo dijo...

No sabía que escribieras tan bien, me he enganchado a tu novela real y me parece que no soy la única. me gusta que seas optimista las cosas son mejores asi siempre. Estoy informando de todo a mis padres y dice tu tía que si escribes tan bien será que heredaste algo de tu abuelo Pedro Manuel. Sigue cuidandote bien besos Conchimer.